Europa tiene que sacar conclusiones (luz y energía) del fondo más
profundo de su experiencia espiritual y moral. Sabemos cuáles son
nuestros valores, sabemos dónde está nuestra identidad.
Su afirmación de la dignidad sagrada de toda vida humana, su amor a
la razón y a la libertad, y su insobornable búsqueda de la verdad,
conforman el único patrimonio desde el qué hacer frente al terror.
Hoy rezamos por las víctimas de esta matanza horrenda, ciertos de que
la vida no consiste en el poder que destruye sino en un amor que afirma
y construye.
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